martes, 10 de diciembre de 2013

Las hermanastras no son feas

¡Buenas noches a todos! Después de la presentación de ayer había que comenzar por mostrar alguno de esos maravillosos cuentos de los que os hablaba. Sin ningún motivo concreto, comenzaré por el cuento de La Cenicienta, uno de los más clásicos, y que supongo que todos conoceréis. 
Este cuento se nos ha presentado protagonizado por zapatos de cristal, hadas madrinas y calabazas que se transforman en carrozas reales. Sin embargo, muy alejado de esta utópica versión, en la historia que nos muestran los hermanos Grimm se destapan muchísimos detalles, algunos bastante escabrosos.

Concretamente voy a hablar de la parte del cuento en que el encantador príncipe del reino llega a casa de Cenicienta en busca de la doncella a la que le quepa el zapato perdido, y así poder encontrar a su querida princesa. Lo que realmente sucedió a continuación fue que la madrastra, viendo que el diminuto zapato no valdría a ninguna de sus hijas, le ordena a la primera de ellas que corra a su dormitorio, que coja un cuchillo, y que se rebane su dedo pulgar, con la excusa de que, una vez se convirtiese en reina, ya no le sería necesario caminar. Por consiguiente, y sin ningún pudor, la joven procede.



                             Imagen definitiva del personaje a línea




                        Prueba de color (El fondo no es el definitivo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario