martes, 3 de junio de 2014

Quien con fuego juega, finalmente se quema


<< Pero en ese preciso instante apareció el rey, que, encontrándose con ese espectáculo, quiso conocer todo el asunto. Y, al preguntar por sus hijos, su propia mujer, que le reprochaba la traición sufrida, le contó cómo había hecho que se los comiese.

Oído esto, el pobre rey, sumido en la mayor desesperación, empezó a decir: << ¡De modo que yo mismo he sido el lobo de mis corderitos! ¿Y por qué las venas mías no reconocieron las fuentes de mi propia sangre? ¡Ay, turca renegada, cómo has podido ser tan perra! ¡Ve, que tú ahora mismo vas a recoger los tronchos, que no pienso mandar tu cara de tirano en penitencia hasta el Coliseo! >> .
Y, dicho esto, ordenó que fuese arrojada al mismo fuego que había preparado para Talía, y junto con ella el secretario, que había sido manubrio de ese amargo juego y urdidor de aquella maligna trama. >>









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