<< Pero la
reina no quería oír excusas y, haciendo prender dentro del mismo patio del
palacio una gran hoguera, mandó que la arrojasen dentro. Talía, que vio las
cosas mal encauzadas, arrodillándose ante aquélla le rogó que al menos le diese
tiempo para despojarse de la ropa que llevaba. La reina, menos por misericordia
de la pobre muchacha que por quedarse con esas prendas bordadas de oro y de
perlas, dijo:<<Desvístete, te lo concedo>>.
Y Talía empezó a desvestirse, y con cada prenda que se
quitaba lanzaba un chillido: así, habiéndose quitado el ropón, la falda y el
jubón, cuando fue a quitarse la saya lanzó el último grito, mientras la
arrastraban a hacer la cernada para la coladita de las bragas de Caronte. >>
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